Cine Extra: La ciencia de un buen remake

Alberto Rojas-Eguiluz
Twitter: @albertodre

Cuando escuché que los hermanos Coen harían el remake de un western, no me gustó la idea. Pensé que este par de genios había sido presa de la criticable tendencia hollywoodense de filmar películas que ya se habían hecho y en la que ya han caído otros grandes, como Martin Scorsese. ¿Cuál sería la explicación para algo así? ¿falta de creatividad? ¿la presión que ejerce el tratar de quedar bien con Hollywood?, pero luego me dije: son los Coen, si hay alguien que merece el beneficio de la duda son ellos.

Lo que parecía un movimiento conservador fue en realidad un riesgo sin precedentes en la carrera de estos cineastas. No se trataba de filmar una cinta que se había hecho en otro idioma, en otra parte del mundo y que, en consecuencia, el público estadounidense no conocía del todo. La película a rodar era Temple de acero (True grit), un western clásico filmado en 1969 por Henry Hathaway que le dió el Oscar a mejor actor a John Wayne. ¿Quién demonios tiene los tamaños para decir “yo haré mi propia versión de esa película”? Pues nada menos que Joel e Ethan Coen.

A unos años de haber arrasado en cuanta entrega de premios se pararon con Sin lugar para los débiles (No country for old man) y de haber hecho uno de sus mejores trabajos en Un hombre serio (A serious man), los Coen no se iban a permitir el lujo de caer al precipicio de la mediocridad con un remake mal hecho. Para prevenirlo, no basaron su nueva versión de Temple de acero en la película de Hathaway, sino en la novela de Charles Portis, y es ahí en donde dieron el giro de tuerca que definió esta película.

La primera cinta está narrada desde un punto de vista externo y fue hecha para entretener a familias enteras; esta, en cambio, es vista por los ojos de Mattie Ross, una niña de 14 años que busca justicia para su padre asesinado, que invierte tiempo, dinero y esfuerzo para lograr su objetivo. Además, hay varias secuencias que simplemente no pueden ser vistas por toda una familia. Este cambio de visión hace una película completamente diferente y de paso, deja claro que cuando un remake es bien abordado tiene la oportunidad de ser mejor que su antecesor.

Para esta difícil misión, los Coen debían de contar con un cuadro actoral de primerísimo nivel, y así fue. Jeff Bridges vuelve a trabajar con ellos después de 13 años, y nuevamente hace uno de sus mejores papeles. Si bien, cuando hizo El gran Lebowski (1998) sorprendió por su versatilidad para hacer comedia negra, ahora Bridges toma un personaje que había hecho célebre una de las máximas leyendas del cine hollywoodense y lo lleva al siguiente nivel. Reuben “Rooster” Cogburn (el papel de Bridges), es el alguacil contratado por Ross para buscar a Tom Chaney, el asesino de su padre. Por lo que la niña ha escuchado, se trata de uno de los alguaciles más duros del oeste, pero en el trayecto de su viaje se da cuenta que Cogburn es un alcohólico empedernido que ha dejado sus mejores años atrás, pero conforme avanza la película, “Rooster” demuestra que la experiencia suele tener bastantes sorpresas escondidas, sobre todo cuando se tienen agallas. La comparación es inevitable: ¿Quién interpreta al mejor Reuben Cogburn: John Wayne o Jeff Bridges? Desde mi punto de vista, mientras Wayne confeccionó a un gran personaje, Bridges interpretó a un ser humano lleno de defectos y virtudes, alguien mucho más real.

En cuanto al resto del elenco, Mattie Ross es interpretada por Hailee Stanfield, una actriz hasta esta cinta desconocida que logró colarse entre las nominadas al Oscar en la categoría de mejor actriz de reparto y que tiene buenas posibilidades de llevarse la estatuilla gracias a una interpretación realmente convincente que por momentos sobresale por arriba de consagrados como Matt Damon, Josh Brolin o, incluso, el mismo Bridges; Damon, por su lado, se encarga de interpretar a LeBoeuf, otro alguacil que se une a la búsqueda de Chaney por otro crimen que cometió, y hace uno de sus mejores papeles hasta la fecha, completamente distinto a lo que nos tiene acostumbrados; finalmente, Josh Brolin, como Chaney, y Barry Pepper, como Lucky Ned Pepper, terminan por redondear un casting perfecto, algo característico en las películas de los Coen.

Además de un guión y unas actuaciones extraordinarias, Temple de acero cuenta con una fotografía, una ambientación y una edición de sonido que prácticamente se convierten en personajes de la cinta que ayudan a introducir al espectador a la historia de una manera sumamente eficaz. No en vano tiene 10 nominaciones al Oscar. Cuántos se lleve será algo secundario, pues esta joya no necesita de premios para aplaudirla de pie.

3 comentarios

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3 Respuestas a “Cine Extra: La ciencia de un buen remake

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  2. Alberto

    Efectivamente Joséa, salía Pierce Brosnan y en inglés se llamaba Remington Steele, en México era Con temple de acero. A ver qué te parece la película.

    Saludos

  3. joséa.

    Hola Alberto

    No he visto la película pero tu texto me hace mirar hacia ese lado. La verdad que con Los imperdonables pensé que no podría haber más…Oye, si mal no recuerdo allá en el jurásico había una serie de televisión que nadie menciona y se llamaba Temple de acero o algo así…

    Saludos

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